Bajo la denomicación APAFAS ha sido constituida e inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior la Asociación de Perjudicados por el Accidente Ferroviario del ALVIA de Santiago de Compostela, cuya Junta Directiva y personas afiliadas la forman única y exclusivamente víctimas, lesionados y familiares directos del trágico accidente ferroviario.
Preservar los derechos de las víctimas del accidente ferroviario del ALVIA, cuyo suceso tuvo lugar el 24 de Julio de 2013 en Santiago de Compostela, así como atender las necesidades de estas personas y de sus familiares directos.
Hacer un seguimiento del procedimiento judicial que instruye el Juzgado de Instrucción nº 3 de Santiago de Compostela y contribuir con la Justicia a efectos de conocer todas las causas del accidente y tratar de depurar todas las responsabilidades.
Coloborar con la Justicia y los organismo y entidades pertinentes para la incorporación de cuantas medidas sean necesarias para hacer más seguro el transporte ferroviario en España.
"VIVIR DESPUÉS DE ANGROIS"
Lidia Sanmartín, de 31 años, una de las personas impulsoras de esta Asociación, se recupera en Barallobre (Fene)de las múltiples lesiones que sufrió en el accidente de tren.
"Ahora mismo tengo una pierna rota. En el accidente tuve un politraumatismo, con dos neumotórax, uno en cada pulmón, que era lo más delicado; rompí seis costillas que están soldando. Una de las costillas me perforó el pulmón derecho, que fue lo peor de las primeras 48 horas por el peligro que suponía. Además me fracturé la tibia y el peroné por tres sitios distintos, una fractura abierta con el hueso al aire y pérdida de parte de la tibia y del músculo; me fracturé la meseta tibial y el tobillo. La baja laboral va a ser larga; me dicen que como mínimo serán entre diez meses y un año. Ahora mismo necesito ayuda para todo. No me puedo levantar sola, no puedo hacer nada sola, necesito a una persona conmigo las 24 horas del día; no me puedo levantar, no me puedo vestir".
El sevillano Cristóbal González Rabadán, militar en la reserva, fue el impulsor de la primera asociación de víctmas del accidente, Presidente de APAFAS.
"Surgió en el propio hospital La Rosaleda, donde estuve ingresado. Al cabo de cuatro o cinco días, cuando ya nos pudimos mover, nos fuimos conociendo algunos de los heridos y afectados, y así surgió la idea de organizarnos, por la experiencia que teníamos de otras tragedias ocurridas en España. Ante la magnitud de esta tragedia una persona sola no puede hacer nada". A finales de mes Cristóbal estará en Galicia en una serie de eventos para recaudar fondos para la asociación, "pues carecemos de financiación interna".
El accidente del tren ha cambiado muchas cosas en Cristóbal. "Los
golpes eran tan brutales que llegué a desear que me llegase el último y me matase para no sufrir más. El estar tan cerca de la muerte te cambia muchos valores, hay un antes y un
después. Personalmente me encuentro como en el medio, en un período de transición, de desorientación, de confusión".
La trabajadora social Rosana Martín, de 34 años, va superando en Toledo poco a poco las lesiones sufridas en el accidente. Tiene siete
costillas rotas que no le están soldando bien, la operaron de una luxación acromioclavicular y ya le han retirado los fijadores. De momento no se plantea su vuelta al trabajo en dos Centros de Salud
de Toledo. "Ahora mismo mi prioridad es recuperarme -apunta Rosana-. La incorporación laboral la veo lejos porque además mi trabajo es de mucha psicología, de
estar con los problemas de la gente y ahora no me veo en condiciones de poder llevarlo a cabo. En estos momento mi prioridad soy yo".
Una vez que se recupere de las secuelas físicas del accidente tendrá que
empezar el tratamiento psicológico. "De momento no he empezado ningún proceso, aunque creo que será necesario". Mientras se recupera aprovecha el tiempo "para leer mucho y estar sola; estoy en un
período de reflexión porque el accidente supuso un antes y un después en mi vida". Añade Rosana que tampoco lo quiere olvidar "porque ha formado parte de mi vida y lo va a
seguir formando. No me quiero engañar; lo he vivido y tengo que aprender a vivir con ello. Tengo 34 años y por suerte una vida por delante que otras personas que viajaban en el tren ya no tienen",
concluye.